Monólogo
de Teseo
por Macarena Muscillo
Muchos piensan que soy fuerte y valiente
y que soy un héroe, pero en realidad dentro de esta persona dura y fuerte que
piensan que soy, se esconde una persona muy sensible y frágil.
Tuve una buena infancia junto a mi madre
Etra pero siempre sentí la ausencia de mi padre. A los 18 años mi madre me
confesó quién era, me sentí muy feliz. Tiempo más tarde fui a visitarlo, nos
abrazamos muy fuerte y nos pusimos muy contentos por el encuentro, él era el
rey de Atenas, y poco después me proclamó heredero.
Luego yo me comprometí para ayudar y
fortalecer a Atenas. Me armé de valor y fui a enfrentar al Minotauro, un ser
monstruoso con cuerpo de hombre y cabeza de toro, que se alimentaba con carne
humana. Le dije a mi padre y él dudó, pero después me dejó ir con la condición
de que cambiara las velas como señal de triunfo. Luego en el camino me encontré
con Ariadna, hija del rey Creta, allá me dio un ovillo mágico, ató la punta del
hilo por nada del mundo, esto me ayudaría a volver, entonces fui,
sosteniéndolo, me sentía un poco asustado, pero quería ayudar al pueblo de
Atenas así que no me rendí.
Era un lugar muy oscuro por momentos, y
claro por otros, venia una brisa y luego se esfumaba.
Fue un largo recorrido, caminé y
caminé sin ver a la bestia, horas y horas, estaba muy cansado y luego una gran
sombra y rara se apareció, caminé hacia ella lentamente, era él (EL MINOTAURO)
una bestia de gran tamaño, rara, muy diferente, nunca había visto algo similar,
el me miró, lo miré, corrí hacia él. Lo enfrenté y pude vencerlo sin
dificultad y sin resistencia.
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